Por Jorge Herraiz Romero, Director Reward & Performance de AON.
Hasta la irrupción de la pandemia, el teletrabajo era una decisión voluntaria tanto para el empresario como para el trabajador, que, a priori, parecía tener beneficios para ambos. Ahora, tras la publicación por parte del Ministerio de Trabajo de la Ley de trabajo a distancia, lo más probable es que las empresas comiencen a implantar o a ampliar los modelos de teletrabajo ya existentes, aunque con ciertas rigideces impuestas, lo que puede dar lugar a efectos adversos como el “telepresencialismo”.
Nueva cultura del desempeño y nuevos métodos de análisis de productividad
Tanto empresarios como empleados tenderán a mantener un equilibrio entre los tiempos de oficina y de trabajo en remoto, pactando la jornada laboral, incluyendo el descanso y los tiempos de desconexión. La clave va a ser gestionar adecuadamente el desempeño y monitorizar las actividades semanales e incluso diarias de los integrantes de cada equipo o proyecto. Los nuevos modelos de trabajo ágiles pueden ser una buena forma de poner esto en práctica, aportando beneficios sostenibles para todas las partes, incluso para los clientes.
Y no olvidemos los métodos de análisis de la productividad que están por venir, más allá de los indicadores de gestión habituales. Tenemos que hacer una reflexión importante: el avance tecnológico que ha permitido incorporar el teletrabajo con cierta naturalidad a nuestro día a día es equivalente al que permite procesos de monitorización avanzados de las personas.
(El artículo completo se puede leer en el pdf del número 2 de la revista Factor Humano)