Uno de cada tres empleados estaría dispuesto a renunciar al 31% de su salario a cambio de un trato justo

El respeto, la autonomía y el propósito se consolidan como prioridades en la gestión del talento, superando incluso al salario, según el último estudio de ISEAK.

Un dato que desafía los enfoques tradicionales en gestión de personas: el 33% de los profesionales estaría dispuesto a reducir su salario en un 31% si eso garantizara un entorno laboral basado en el respeto y el trato justo. Así lo revela el más reciente estudio de ISEAK, analizado por la consultora especializada TalentÁrea.

El informe pone de relieve un cambio estructural en los factores que motivan y retienen al talento. En un contexto de transformación acelerada por la automatización y la inteligencia artificial, los elementos intangibles —como el respeto interpersonal, la autonomía o el propósito— están desbancando al salario y la estabilidad como ejes centrales del compromiso laboral.

“Ya no es suficiente con ofrecer un salario competitivo o garantizar estabilidad. El talento empieza a demandar respeto, autonomía y, sobre todo, sentido”, afirma Dani Pérez, fundador de TalentÁrea.

Desde la firma especializada en cultura organizativa y estrategia de personas, advierten de una brecha creciente entre lo que el talento —especialmente el más joven— espera de su experiencia laboral y lo que la mayoría de las organizaciones están preparadas para ofrecer. Una brecha que se traduce directamente en mayores niveles de rotación, menor implicación y pérdida de productividad.

El estudio también evidencia diferencias relevantes por género, edad y nivel educativo. Las profesionales mujeres, por ejemplo, valoran hasta un 40% más dimensiones como la conciliación, el respeto o la colaboración. En cuanto a la edad, los perfiles sénior priorizan la estabilidad y el propósito, mientras que los perfiles jóvenes buscan principalmente autonomía y oportunidades de desarrollo real.

Para TalentÁrea, esta evolución exige un replanteamiento urgente de las estrategias de gestión del talento. “No podemos seguir diseñando políticas de personas basadas en criterios homogéneos. La personalización, basada en datos y en el conocimiento profundo de los distintos perfiles internos, es ya una condición indispensable”, señalan desde la consultora.

“La dignidad en el empleo ha pasado de ser una demanda residual a un factor estratégico de competitividad”, concluye Dani Pérez. “Las organizaciones que no integren esta nueva lógica en su estrategia de talento corren el riesgo de quedarse fuera del radar del mejor talento disponible”.

 

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