¿Por qué hay tantos empleados que opinan que los cursos de formación son una pérdida de tiempo? ¿Por qué este rechazo si tenemos pruebas suficientes de que la formación beneficia tanto al empleado como a la empresa? Favorece la proyección profesional, la productividad, el trabajo en equipo, la motivación…. Sin embargo, sigue generando rechazo.
Basta con susurrar la palabra “formación” para que cunda el pánico entre la mayoría de empleados. Pero ¿por qué? Todo trabajador debería estar deseando aprender, ¿verdad? Pues parece que no. Muy a menudo se ven los cursillos de formación como un castigo, como una pérdida de tiempo que no aporta nada positivo, e incluso como una mera formalidad impuesta por la dirección de la empresa y el departamento de RRHH.
La firma Cornerstone ha elaborado un Libro Blanco en el que repasa todos estos desafíos en mayor profundidad y destaca la forma de conseguir que los empleados y directivos no solo acepten la formación y el desarrollo, sino que también se conviertan en parte de la cultura de la empresa.
Existen múltiples razones que generan este sentimiento de rechazo hacia la formación. Muchos aseguran querer recibir más formación, pero cuando les piden que asistan a un cursillo, se echan atrás. ¿Qué frena a los empleados? En primer lugar, una cuestión de tiempo. La formación que se realiza durante la jornada laboral debería contar como horas de trabajo productivo, pero los empleados tienen la sensación de que mientras la hacen se les acumulan las tareas. Por el contrario, si se lleva a cabo fuera del horario laboral, los trabajadores consideran que les roba tiempo a su vida privada, que debería estar dedicada a asuntos personales y familiares. Otro factor a tener en cuenta es la percepción de que los cursos de formación son poco provechosos. Además, es habitual considerarla como un castigo.
Es vital lograr que los equipos se interesen por el aprendizaje y el desarrollo. Las pruebas son irrefutables: la formación es fructífera tanto para la empresa como para los empleados, sobre todo en un entorno laboral que evoluciona rápidamente. Así pues, la misión de la empresa consiste en crear un ambiente en que los trabajadores puedan aprender con ganas y a su manera. Esto no significa que en el aprendizaje valga todo, pero sí que debería ser accesible al conjunto de los empleados y estar adaptado al tiempo del que disponga cada uno.
Si estás interesado, puedes DESCARGARTE el Libro Blanco «Sin formación no hay salvación» EN ESTE ENLACE.