Alicia Hernández (Cepsa): ‘Casi hemos triplicado el número de horas que los empleados dedican a la formación en idiomas’

Hasta la pandemia, Cepsa basaba su formación en idiomas en un modelo tradicional, con cursos anuales de septiembre a junio y solo para ciertos colectivos. Pero hace un año la empresa apostó por implantar una herramienta digital, flexible y abierta en la que, de la mano de Speexx, ofrece una formación personalizada y adaptada a cada usuario. Los buenos resultados no se han hecho esperar.

En el último número de la revista Factor Humano entrevistamos a Álicia Hernández, Chief Learning officer de Cepsa, y Sonia Latorre, Key Account manager de Speexx. 

Alicia Hernández (izqu.) y Sonia Latorre (dcha.)

¿Cómo ha sido la transformación del modelo de formación de Cepsa en los últimos años?

Alicia Hernández: El aprendizaje innovador y personalizado es una las prioridades para Cepsa, en línea con su Estrategia 2030 “Positive Motion”. En un mundo en constante evolución, construimos nuestra propuesta de aprendizaje en torno a tres pilares fundamentales para el crecimiento y éxito de nuestra empresa.

En primer lugar, hemos implementado un enfoque orientado al upskilling y reskilling, con programas que fomentan el trabajo transversal, la comunicación efectiva y el liderazgo, ya que estas habilidades son fundamentales en un entorno laboral cada vez más colaborativo. En segundo lugar, hemos trabajado en crear una cultura de aprendizaje continuo a través del aprendizaje formal, el asociado al puesto de trabajo y el aprendizaje social entre compañeros. Y como tercer pilar, poner a la persona en el centro generando una experiencia de aprendizaje continuo a través de las últimas tecnologías que nos permitan customizar dicha formación para las necesidades específicas.

¿Cómo ha afectado este cambio a la formación en idiomas?

Alicia: Hasta la pandemia, nuestro modelo de formación en idiomas era un modelo tradicional de cursos anuales, con varios proveedores. Ofrecíamos clases individuales telefónicas y grupales en horario cerrado para algunos colectivos de septiembre a junio, además de clases individuales telefónicas todo el año para otro grupo más restringido. Asimismo, contábamos con una plataforma virtual de autoestudio, pero con muy poco uso por parte de los empleados y desconectada de las clases. No obteníamos los resultados que esperábamos. Aunque no teníamos una tasa de absentismo alta, el número de horas por alumno era bajo. Además, este sistema nos requería mucho trabajo administrativo de seguimiento al no contar con una plata forma única.

 

(…)

(La entrevista completa se puede leer EN EL NÚMERO 15 DE LA REVISTA FACTOR HUMANO)

 

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