Bienestar, productividad y ley: tres frentes que redefinen el futuro del trabajo en España

El bienestar laboral continúa siendo una asignatura pendiente en España. Así lo revela el nuevo Estudio sobre bienestar laboral 2025 elaborado por Alan, que analiza cómo el sedentarismo, el estrés y el aislamiento están afectando a la fuerza laboral moderna. Sus conclusiones son contundentes: aunque la mayoría de los trabajadores sabe qué hábitos promueven una vida saludable, pocos logran aplicarlos en su jornada laboral.

Estrés laboral Great Work to PlaceLa encuesta, muestra que el 79% pasa más de seis horas sentado al día, y uno de cada cuatro supera las diez horas. Estas cifras se asocian directamente con menor energía, fatiga mental y molestias físicas, factores que acaban mermando la productividad.

Según Yoann Artus, General Manager de Alan España, el hallazgo más preocupante es la brecha entre las intenciones y la realidad. “El 60% de los empleados quiere mantener hábitos saludables, pero solo el 25% lo consigue de forma consistente. Esto sugiere que el problema no está en la concienciación, sino en las barreras estructurales que encuentran las personas en su día a día laboral”.

Artus subraya además que el impacto económico de esta desconexión es tangible: “Estamos viendo un coste de 16.000 euros por empleado al año en pérdidas de productividad y absentismo. Más allá de las cifras, esto indica que hay una oportunidad real de mejora tanto para las personas como para las organizaciones”.

El estudio también evidencia una desconexión social preocupante. Aunque el 68% afirma sentirse algo conectado con sus compañeros, un 8% se declara directamente aislado, lo que según las estimaciones de Alan se traduce en 1,3 horas de productividad perdida por empleado y semana. El aislamiento, además, contribuye al desgaste emocional y al riesgo de rotación.

Estrés y desconexión digital: una cultura del “siempre disponible”

El estudio revela un patrón de sobreconexión fuera del horario laboral (el 81% de los empleados revisa mensajes de trabajo después de su jornada, y el 58% afirma que esto ha aumentado su nivel de estrés). Según Artus, “la dificultad para desconectar impacta tanto en la calidad del descanso como en la capacidad de concentración durante la jornada laboral”. La hiperconexión, explica, genera un ciclo de fatiga. “Al estar menos concentrados durante el trabajo, necesitamos más tiempo para completar las tareas, lo que aumenta la sensación de que hay que estar disponible fuera de horario. También afecta las relaciones personales y la capacidad de disfrutar del tiempo libre”.

Solo una cuarta parte de los empleados mantiene hábitos saludables de forma constante, mientras que un 60% reconoce que le gustaría hacerlo pero no encuentra cómo integrarlo en su rutina. Para Artus, “la brecha apunta a que el entorno laboral actual no facilita la adopción de hábitos saludables. Cuando el 79% de los trabajadores pasa más de seis horas sentado al día, vemos que es más una cuestión de cómo está organizado el trabajo que de decisiones individuales”.

Entre los factores que obstaculizan el bienestar, menciona jornadas intensas sin pausas activas, espacios laborales sedentarios y culturas organizativas que premian la disponibilidad constante.

Más allá del impacto en la salud, las consecuencias económicas son significativas. Los problemas vinculados al estrés, el sedentarismo y la desconexión social cuestan a las empresas españolas una media de 16.000 euros por empleado al año, según los cálculos del estudio:

  • 10.200 euros en productividad perdida (7,7 horas semanales no productivas).
  • 5.900 euros en absentismo, debido a bajas relacionadas con el estrés, la fatiga o las molestias físicas.

 

Durante los últimos tres meses, los empleados encuestados reportaron haber perdido siete días laborables por motivos de salud vinculados al estrés o la fatiga.

Bienestar y cumplimiento normativo: un reto también legal

Más allá de su impacto humano y económico, el bienestar laboral está adquiriendo una dimensión normativa cada vez más relevante. El derecho a la desconexión digital está recogido en el artículo 88 de la Ley Orgánica 3/2018, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, que obliga a las empresas a establecer políticas que permitan a los empleados desconectarse fuera del horario laboral. En la práctica, muchas compañías han empezado a implementar sistemas que bloquean o retrasan el envío de correos fuera de la jornada, o herramientas que alertan sobre comunicaciones enviadas fuera de horario.

“Las empresas están obligadas a garantizar que los empleados no se sientan presionados a responder mensajes fuera de su tiempo libre. En PayFit promovemos políticas que aseguren este derecho, como parte de nuestro compromiso con el bienestar de los trabajadores”, señala Salvador Fernández, especialista en gestión laboral y director legal de PayFit.

La falta de cumplimiento de estas obligaciones puede tener consecuencias legales relevantes. “No garantizar un entorno que respete el descanso y evite el estrés crónico puede derivar en sanciones económicas, reclamaciones por daños y perjuicios o procedimientos por incumplir la Ley de Prevención de Riesgos Laborales”, advierte.

En caso de que un empleado sufra consecuencias físicas o psicológicas derivadas del exceso de carga o de la falta de desconexión, la empresa podría enfrentarse a reclamaciones por no proporcionar un entorno laboral seguro, lo que refuerza la necesidad de integrar el bienestar en las políticas de prevención.

A corto plazo, la nueva normativa sobre desconexión digital, actualmente en trámite, podría endurecer aún más las exigencias. Según Fernández, “se espera que la norma incluya requerimientos más estrictos para registrar y monitorizar las horas de trabajo y establecer mecanismos más claros y efectivos para la desconexión”.

Esto supondrá un cambio operativo para los departamentos de Recursos Humanos, que deberán implantar sistemas más robustos de control horario y seguimiento del cumplimiento, algo que “contribuirá a una gestión más transparente y sostenible del tiempo laboral”.

Sin embargo, Fernández anticipa un aumento de los litigios laborales en los próximos años: “La creciente concienciación sobre el bienestar mental y físico, junto con una regulación más estricta, probablemente generará más reclamaciones por incumplimiento del derecho a la desconexión o falta de prevención del estrés laboral”.

La conclusión es clara: la salud laboral ya no solo es un indicador de responsabilidad empresarial, sino una obligación legal y estratégica. Las compañías que integren el bienestar en sus políticas de cumplimiento normativo estarán mejor preparadas para evitar sanciones, reducir la rotación y atraer talento en un entorno donde el equilibrio personal-profesional se ha convertido en un derecho reconocido.

 

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