El menteverso o cómo gestionar la mente para optimizar el talento – Por Ramon Fauria

En muchos entornos de trabajo se pone el foco en lo físico, lo técnico, lo táctico, la parte digital y de datos, pero también es necesario construir una gestión mental y emocional. Nada en la vida es tan importante como gestionar nuestra mente y la de los demás de forma inteligente, plena y sostenible. Debemos conectar emocionalmente con los empleados para moverlos hacia los objetivos y propósitos.

Ramon Fauria Asistimos a cambios constantes y cada vez más veloces. Los conceptos, reglas o métodos que utilizábamos y eran exitosos hace años probablemente se hayan convertido en poco útiles o ineficaces. Y viviremos aún más cambios, así como aludes de excesiva información (infoxicación). Unas situaciones que al ser humano suelen causarle lagunas, especialmente emocionales (inseguridad, falta de confianza, falta de motivación, falta de compromiso, ansiedad, angustia, fatiga, bajo rendimiento, estrés, etc.).  La buena noticia es que nuestra mente es plástica y extraordinaria, y que nos permite hacer aflorar soluciones. Los cambios, asimismo, también abren nuevas oportunidades.

Existen recursos y herramientas que permiten optimizar el talento, el liderazgo, el rendimiento y el bienestar de forma plena y sostenible. El más importante, y punto de partida y raíz de donde nace todo, es nuestra mente, lo que acuñé en esta era digital que vivimos como el Menteverso, el universo de nuestra mente. Determinante en nuestra vida profesional y personal, incide en todas las facetas de nuestra vida: pensamientos, emociones, decisiones, resultados, fisiología, relaciones, etc. Lo es todo, por lo que es esencial conocer cómo funciona. Saber gestionar la mente propia y la de los demás es una de las habilidades más poderosas que se puede tener y una ventaja difícil de igualar.

Invertir en formación, desarrollo y bienestar para transformar la mente

La transformación fundamental, más necesaria incluso que la digital, es la de la mentalidad, de mindset. Siendo las personas la principal diferencia competitiva (talento, nivel de compromiso, etc.), se debe invertir en tecnología, sí, pero especialmente en formación, desarrollo y bienestar. Al fin y al cabo, las empresas son organizaciones de personas con emociones que tienen impacto en la productividad, sostenibilidad y, sin duda, en la cuenta de resultados

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(El artículo completo se puede leer EN EL NÚMERO 11 DE LA REVISTA FACTOR HUMANO)

 

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